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HYPATIA

La Violencia Contra las Mujeres

Continuando con nuestra cadencia de reuniones trimestrales de debate, hemos acudido a la cita cuarenta y tres mujeres de Valladolid, Palencia, León, Salamanca, Burgos, Asturias y Orense. La organización del encuentro corrió a cargo del Foro Feminista de Valladolid y el tema propuesto fue la violencia, tema central de este número de "Hypatia".

Dedicamos la primera parte del debate a definir aquellas situaciones que cada una de nosotras había vivido, o vivía como agresivas o violentas. Y esto porque vimos la necesidad de rasgar el velo con el que se está intentando cubrir la violencia contra las mujeres y sus causas. Solo desde el conocimiento del origen de la violencia, de sus objetivos, sus distintas manifestaciones y grados y de los mecanismos que la provocan o favorecen, será posible diseñar las estrategias adecuadas para su erradicación, siempre partiendo de la base, de que es esto, y no otra cosa, lo que se pretende conseguir con las actuales políticas.

La ronda de intervenciones no pudo ser más elocuente: salvo una excepción, las cuarenta y tres mujeres presentes en la sala, de edades y características socioculturales diversas, fuimos desgranando todo un rosario de violencias cotidianas percibidas de distintas maneras, en distintas edades, lugares y circunstancias. Este ejercicio ocupó casi por completo nuestra jornada, por lo que se hizo necesaria una nueva cita para continuar analizando las perspectivas y propuestas concretas de actuación. Estas son algunas de las conclusiones de la primera jornada:

La violencia no la constituyen solamente los múltiples casos de maltrato físico con o sin consecuencia de muerte; esta es su manifestación más explícita y es ésta la que está saliendo a la luz últimamente con más intensidad. La atención institucional que ahora se le dedica hace pensar que estamos ante un fenómeno nuevo, cuando este tipo de violencia ha “convivido pacíficamente” con toda nuestra vecindad desde que tenemos conciencia histórica; hasta hace poco tiempo la respuesta ante los mismos hechos era el silencio; solo había que mirar hacia otro lado para no inmiscuirse en la vida privada de los demás. Ahora causa una cierta alarma social. Algo hemos avanzado…

… ¿Algo hemos avanzado ? Según y cómo: si esta alarma social sirve para contemplar la violencia como un problema de disfunción individual de los agresores, no hemos avanzado nada. Si la cosa se limita a recluir a los psicópatas durante equis tiempo en el psiquiátrico o la cárcel y a ver si funciona algún tipo de tratamiento rehabilitador, tenemos violencia para rato. Eso sin contar con las más que numerosas sentencias surrealistas con las que suele obsequiarnos el poder judicial - la pena de reclusión domiciliaria, por ejemplo, que parece un chiste de El Roto pero no lo es –. Habrá que evitar también que la presunción de inocencia, esa garantía que tanto enorgullece a los Estados de Derecho, se convierta, como de hecho ocurre con frecuencia, en una burla y en una amenaza real para la vida de la “presunta” víctima.

Pero nosotras no podemos limitarnos analizar y denunciar este tipo de violencia. Coincidimos en situar el objetivo de toda violencia contra las mujeres en el mantenimiento de las relaciones de poder que caracterizan al patriarcado . Se trata de una violencia estructural que lo impregna todo : el sistema educativo, el judicial, el sanitario la política, la familia, los patrones de comportamiento individuales y colectivos, el mundo laboral…… Lo más habitual es que ni siquiera sea percibida como tal violencia por las propias mujeres . Solamente cuando se dan las circunstancias anteriores, es decir, cuando determinados individuos se “extralimitan”, se pone al descubierto la cara más dura y terrible del patriarcado; y este sistema se defiende a sí mismo ( que no a las mujeres ) señalando y tratando a estos agresores como si fueran psicópatas aislados. De esta manera, sin actuar en las verdaderas raíces del problema, la violencia y las relaciones de dominación que la justifican se perpetúan alimentándose mutuamente.

Gráficamente se puede representar la violencia como un gran iceberg o una pirámide en cuya base estaríamos todas las mujeres porque todas vivimos cotidianamente diversos tipos de violencia: cuando no se valora nuestro trabajo, cuando se emplea un lenguaje sexista que no nombra a las mujeres, cuando no nos atrevemos a caminar solas por miedo a ser agredidas, cuando además de trabajar fuera de casa tenemos que trabajar dentro en una jornada interminable sin que nuestra pareja se corresponsabilice de la crianza de los hijos e hijas ni de la gestión del hogar, cuando se ofrece una imagen degradante en los medios de comunicación y en los mensajes publicitarios, etc., etc., etc.
Este es el grado de violencia más difícil de detectar, porque nos han educado para que lo integremos dentro de la normalidad y para que así lo vayamos transmitiendo. Y este es el gran éxito del sistema patriarcal, que nos utiliza a nosotras mismas como transmisoras de todos los valores que nos discriminan. A partir de aquí ya todo es posible…

En un segundo nivel se encontrarían las situaciones de violencia que vive un gran número de mujeres dentro de la familia por parte de padres, hijos, hermanos y sobre todo por parte de sus maridos o exmaridos o compañeros. Aquí el hombre desarrolla toda una gama de estrategias encaminadas a reforzar la actitud de sumisión y obediencia de la mujer, para que se ajuste bien a su papel. Pilar Blanco y Victoria Abril han descrito muy bien las más frecuentes:

¨ Aislamiento social : la encierra en casa, impide o controla la relación con su familia y amistades, vigila sus llamadas telefónicas…..
¨ Degradación : insultos, humillaciones en público, prácticas sexuales no deseadas….
¨ Amenaza : con pegarle a ella o a sus hijos, o con llevárselos o con suicidarse…
¨ Demandas constantes : le exige dar cuentas constantemente, del dinero que gasta, de lo que ha hecho durante el día, interrumpe sus horas de sueño o de comida…
¨ Maltrato ambiental : rompe objetos personales suyos, grita, llena la casa de cosas que le desagradan o le dan miedo…..
Y por fin, en la punta del iceberg o de la pirámide colocaríamos los casos de violencia física, de los cuales solo una pequeña parte, aunque mayor que antes, salen realmente a la luz. Son estos los que crean alarma social y es a estos casos a los que van orientadas prácticamente todas las medidas institucionales, no muy afortunadas desde nuestro punto de vista. Pero estos casos son el resultado de un largo proceso, y si no actuamos en las dos etapas anteriores, todas las medidas que se tomen están destinadas al fracaso.
Las mujeres maltratadas deben ser protegidas desde el mismo momento en que denuncian las amenazas para evitar que éstas lleguen a materializarse, pero será necesario actuar en la misma base de la pirámide si queremos evitar la aparición de más y más casos de daños psicológicos irreparables, palizas y muertes. Sobre cómo hacerlo hablaremos en el próximo número.

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(pequeña) BIBLIOGRAFÍA:

¨ Ana Mª Pérez del Campo: “Una cuestión incomprendida: el mal trato a las mujeres”. Ed. Horas y Horas; col. Cuadernos inacabados 21.
¨ Myriam Miedzan: “Chicos son, hombres serán. Cómo romper los lazos entre masculinidad y violencia. Ed. Horas y Horas; col. Cuadernos inacabados 17.
¨ “Mujeres y Salud”. Nº 6. Septiembre 2000
¨ II Plan Integral contra la violencia doméstica.
¨ M. Hirigoyen: “El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana.” Paidos 1999.
¨ Vicenç Fisas: “El sexo de la violencia. Género y cultura de la violencia.” Icaria 1998.
¨ L. Bonino Mendez: “Las microviolencias y sus efectos. Claves para su detección”

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